sábado, 5 de diciembre de 2009

Tratar de conquistar el mundo con quince asquerosos minutos de fama: Describiendo la psiquis de un roba pantalla.

He estado gritando por más de una hora y descargando sonoras carcajadas, pero no sucede nada. He optado por brincar como un caballo desbocado repleto de pulgas o incluso he plagado mi rostro de muecas para expresar, de una forma creativa, mis estados anímicos y tampoco sucede nada, ni la más mínima mirada; nada en absoluto. Al parecer me estoy quedando corto de repertorio. Creo que debo añadirle un variado combinado de bromas pesadas y artilugios excéntricamente disparatados, como un sombrero o un par de tirantes para ver si así funcionan como talismán de ojos, ya que por el momento las miradas del mancomunado se enceguecen cuando sienten mi presencia. Debo ser recordado, debo ser recordado. ¡Mmm!, la verdad ya no sé que más inventar, quizás pueda retomar lo que, a solas y encerrado en mi guarida, aprendí con mi curvilínea compañera. Esa hermosa caja de resonancia que se ha empolvado en mi casa y que hace mucho que no hago vibrar. ¡Sí! ¡Eso es! Voy a saltar al estrellato, agarraré mi guitarra y me abriré paso entre la apática muchedumbre con el rugir de mis explosivos acordes, dinamitando así el silencio y extasiando sus sentidos. A la gente le gusta los músicos, bueno yo no soy muy afinado que digamos, pero el talento siempre sale y realza cuando uno quiere darse a conocer. ¡Sí!, seré un ícono, un ídolo, un semidiós entre mortales: seré reconocido al fin. Por más que digan que soy inexperto o considerado un amateur, yo me ganaré el respeto de todos. ¡Muajajajajaja!, así dominaré y controlaré la mente de quienes me han ignorado en todo este tiempo. Seré como aquel chico de la flauta que dominaba el accionar de los animales con el melodioso silbido de su fálico instrumento, no recuerdo cómo se llamaba, pero así o inclusive mejor seré. Pero bueno, basta de tanta palabrería porque de buenas intenciones está lleno el infierno. Aquí voy. Me sentaré en una esquina, y escucharán mi hipnótica composición. ¡Mierda! Nadie me mira. Todos están anestesiados con sus insulsas conversaciones dentro de sus estúpidos guetos, y no reaccionan ante mi llamado de atención. Nadie me mira. No soy nadie para ellos. ¿Por qué Dios! ¿Por qué no significo nada para ellos! ¿Es que acaso soy un vil lastre, un payaso errante al que nadie quiere alumbrar ni acoger con el reflector de sus pupilas, ni siquiera por el simple hecho de estar siendo devorado por el león del circo? No hace falta que me respondas, porque igual me rindo. Así es, como escuchaste, me doy por vencido. Ya me di cuenta que no seré nada ni nadie para ellos. No hay manera alguna de hurtar su impermeable atención. No hay cómo hacer que volteen y me contemplen, y ya me di cuenta de eso. Ya se me acabaron las ganas de querer ser visto. No lo volveré a repetir más, ya que nada me motiva a hacerlo. No me importa si sólo fui observado por aquel individuo que por cada uno de mis movimientos hacía danzar un bolígrafo sobre su cuaderno, aparentemente capturando mi momento. No me importa si fue mi único y último espectador. Aquí se cierra el telón. La función terminó.
2009

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